Vale. Ya hemos visto que en la vida hay dos tipos de problemas. Va a ser nuestra responsabilidad estar bien atentos para no confundirlos. Para no confundir más a un hámster con un dragón. Pero, ¿qué hacemos ante ellos?. ¿Tenemos que hacer algo o simplemente seguimos nuestras vidas como si nada?. Pues yo diría, que si queremos salir airosos, tenemos que elegir una de las opciones que muestro en la fórmula.
El hacer nada hará que neguemos dos cosas. Primero: que realmente hay un problema en nuestra vida. Segundo: que dicho problema nos está afectando. Si además se trata de una circunstancia que se repite periódicamente en el tiempo, el no hacer nada la va a convertir en perpetua. Dicho de otro modo, si no tomas una decisión, el problema seguirá ahí. Nada va a cambiar.Además vas a ir acumulando en tu interior una serie de emociones negativas que finalmente podrán con tu equilibrio mental y emocional y explotarán en tu vida (infelicidad, dolor emocional y físico, ansiedad, depresión, insomnio, somatizaciones…). Así que no hacer no es una opción. Coger el timón de tu vida y decide que hacer con ella.
¿Y qué opciones tenemos?
Pues básicamente tres. La elección de cada una de ellas va a depender de tu momento vital, de tus recursos personales y de las circunstancias:
1-ACCIÓN.
Es actuar. Es afrontar la situación. Es hacer algo para hacer frente al problema con acciones concretas en el tiempo. Es parase y conectar nuestros pensamientos a nuestras emociones para actuar en coherencia. La pega es que al hacer esto vamos a emplear nuestra propia energía. Es decir, nos va a costar un esfuerzo. Otra pega es que posiblemente el afrontar el problema nos pueda producir temporalmente dolor. Como gran beneficio resaltaré que al actuar vamos a empoderarnos, vamos a ser adultos emocionales capaces de afrontar sus problemas. Actuar es llevar a la vida real lo que deseamos realmente. Es poder cambiar aquellas cosas de nuestra vida que no deseamos. Nos hace crecer. La acción acabará cuando solucionemos el problema o bien optemos por alguna de las otras dos soluciones.
2-HUIDA.
Igual que la lucha o acción es necesaria para comprobar si algo tiene solución, también es necesario, en ocasiones, saber cuándo se está preparado para actuar. No tenemos porqué luchar siempre ante un problema. Puede que este no sea nuestro mejor momento. Puede que necesitemos tomar aire, cargarnos las pilas y verlo desde otra perspectiva o distancia. La huida es la no confrontación, pero finalmente deberemos enfrentarnos a aquellas cosas de nuestra vida que están mal, por muy doloroso que esto pueda resultar. No debemos quedarnos indefinidamente es modo huida. Cuando sea un mejor momento para nosotros, ¡al ataque!. ¡A dar luz a nuestros rincones más oscuros!. Siempre va a ser una elección personal. Como dicen los ingleses: ¡flight or figth!.
3-ACEPTACIÓN.
Tened por seguro que si realmente estáis aceptando una situación, estáis convirtiéndoos en verdaderos maestros de la vida. De vuestra vida. Y es que no es nada fácil llegar a una auténtica aceptación, pero si se logra nos dará un regalo maravilloso: paz sobre el asunto que antes tanto os ha preocupado.
Un error común en este punto es confundir esta grandiosa palabra (aceptación) con otras palabrejas: resignación o rendición.
Resignarse es tirar la toalla porque crees que algo nos supera, creyendo que no tenemos recursos para salir de ese hoyo. Nos hemos cansado de luchar y nos hemos rendido. Pero lejos de tener paz, nos encontramos derrotados y seguimos sufriendo. Encima decidimos seguir en el problema aunque no nos de felicidad. Es autoproclamarse perdedor de la batalla. Y esto es muy triste.
En cambio, aceptar es darnos cuenta que hay cosas en la vida (muchas) que no podemos cambiar. Y que nunca hemos podido. No podemos convertir un día de lluvia en uno soleado, no podemos hacer que el tiempo pase más deprisa o más despacio, no podemos cambiar a la persona que tenemos junto a nosotros, ni a la que está un poco más lejos. No podemos realmente cambiar a nadie excepto a nosotros mismos. Hay cosas (muchas) que son como son hasta que cambian y adquieren una nueva forma de ser que también es como es.
Aceptar también significa darte cuenta que estás donde estás por voluntad propia. Tus decisiones han hecho que en este momento estés aquí. Si decides quedarte, y eso no te genera dolor, acéptalo. Si te genera dolor, nunca lo vas a aceptar. Sólo te vas a resignar. Nunca te quedes ahí. Pasa a la acción.
Sabrás que estás aceptando cuando respires pensando en un problema y te llenes de paz. Sólo paz.